¿Cuántas personas conoce usted que sufren insoportables y disfuncionales relaciones, empleos, o situaciones debido a la esperanza de que las cosas van a cambiar?
La esperanza nos ciega a la verdad. La esperanza nos hace creer que las cosas están mejorando, pero no lo están.
"En primer lugar existe la falsa esperanza de que pronto, de alguna
manera, el sistema puede cambiar inexplicablemente. O la tecnología
nos salvará. O la Madre Tierra. O el nuevo presidente. O la ONU. O seres de otro planeta. O la segunda
venida de Jesucristo. O Santa Claus.
Todas estas falsas esperanzas conduce a la inacción, o al menos a la ineficacia".
Derrick Jensen
El problema con la esperanza no es el autoengaño en el que - a veces conciente o inconcientemente- caemos.
El problema es que la esperanza suele dejar en manos de otro ser -muchas veces imaginario-, entregamos nuestro poder y autoridad para dirigir nuestra vida, para mejorar nuestro mundo.
El esperanzado poco o nada hace.
El desesperado tiene por opción nada más que luchar o morir.
La esperanza es la negación de la realidad, la pasividad ante lo que crees que no puedes cambiar.
La mayoría de mis amistades tienen esperanzas. Es muy posible que no puedan entender este texto: reconocer que sus esperanzas son vacías y que han estado dando la autoridad al vacío les resultaria muy doloroso.
Nunca es fácil reconocer un error, y reconocer un error que ha durado años es aún peór. Mucha gente prefiere vivir como si no supiera la verdad.
Esta negación cognitiva es un sistema de defensa de la mente, que no quiere verse amenazada.
Una cosa maravillosa pasa cuando uno suelta la esperanza, uno se da
cuenta de que nunca se necesita en primer lugar. Uno se da cuenta de
la carga que siempre ha sido.
Una idea muy New Age, muy de moda, es la de "Eres el arquitecto de tu propio destino".
No puedes ser dicho arquitecto si le das tu poder cambiador de tu realidad a otros.
No puedes ser dicho arquitecto si le das tu poder cambiador de tu realidad a otros.
Y mientras albergues esperanzas de que todo cambiará, de que alguien aparecerá y resolverá tu vida, de que te vas a ganar la lotería, de que te van a conceder un milagro, de que cierta persona va a cambiar su forma de pensar, entenderte e incluso perder su orgullo para disculparse contigo, no harás nada por ti.
Cuando la esperanza muere, la presencia viene a la vida. Al liberarse uno mismo de la esperanza, se puede recuperar mucho más de lo que parece que perdiste.
La realidad es que el momento presente es todo lo que tenemos. Si creemos en un futuro falso, estamos viviendo una fantasía.
Como Guy McPherson dice,
"Si estás condenado si lo haces, y condenado si no lo haces, entonces
hazlo. Haz algo.
Debemos aceptar que:
No hay garantías para finales felices en ningún aspecto de la vida. No hay garantías al enamorarnos de que la relación va a durar. No hay garantías cuando tomamos un trabajo, de que éste va a proporcionar felicidad y seguridad. No hay garantías para la salud a pesar de lo limpias que puedan ser nuestras vidas. No hay garantías de que mucho sol y lluvia nos traerán una cosecha abundante en el jardín.
Aparte
de la muerte, no hay garantías para nadie ni para nada.
A casi nadie le gusta la incertidumbre. Aún no conozco a nadie que sí le guste, pero dejo abierta la posibilidad.
Cuando veo mi propio pasado, veo que durante mucho tiempo, y a veces todavía, me aferro a una esperanza que sabemos es falsa. Pero ¿Podría haber sobrevivido sin ella?