La felicidad se reparte a todos por igual.
Depende de cada uno de nosotros el disfrutarla o el dejarla
pasar.
Sé que en muchas ocasiones estamos envueltos en un mar de
problemas y situaciones desagradables que no nos dejan manifestar esa felicidad
en nuestro presente, pero incluso eso es una decisión: Me eh encontrado solo, sin un peso en el
bolsillo, sin comida en la nevera y a más de una semana de distancia del próximo
cheque. La familia me tenia dejado de lado y los amigos ni siquiera se
reportaban. El trabajo y la universidad… todo estaba fatal y se acercaba el día
de pagar la renta.
Cierto es que mi situación en aquel entonces no es la peor de mi vida - y sin duda usted lector puede rememorar varias situaciones peores en su propia vida - el hecho es que estaba jodido, pero decidí disfrutarlo tanto como me fuese posible: tenia música, se sentía frio. Saqué un sillón al patio, escuché mi música mirando el cielo hasta que me quedé dormido.
Una réplica a la frase con la que abrí esta entrada seria "dile eso a los niños que viven en
medio de la guerra, o a un enfermo terminal".
Sigue siendo cierta mi frase inicial.
Sigue siendo cierta mi frase inicial.
Si vives en medio de una guerra en un país con una situación
muy crítica, tus padres fueron asesinados por un bombardeo, perdiste a toda tu
familia y estas solo en el mundo, sigue siendo cierta mi frase.
Si estás en un hospital, agonizante, con el miedo de que
esta visita sea la última que recibas, sigue siendo cierta.
En teoría, no puedes hacer mucho para cambiar tu situación.
En la práctica, si puedes, pero generalmente no lo harás: Un niño nunca ha terminado una guerra, y un moribundo comúnmente no se cura por su propia voluntad de repente.
En la práctica, si puedes, pero generalmente no lo harás: Un niño nunca ha terminado una guerra, y un moribundo comúnmente no se cura por su propia voluntad de repente.
Lo que sí está
enteramente en tus manos, es la forma en que afrontas las cosas: aceptas
que estas jodido, tomas eso como tu estado basal y empiezas a jalar desde ahí,
o te entregas al sufrimiento. Aunque elijas sufrir, tendrás que empezar a jalar
desde ahí.
En mi historia, tenía mucha hambre, me sentía solo y la idea
del suicidio no era algo poco frecuente en mi cabeza. Pero tenía 3 cosas de las
cuales hacer uso. Un sillón, un cielo y buena música.
Seguramente en ese rato, mi mente se la pasó repitiendo las razones por las que estaba mal, enfocándose en la angustia, pero al mismo tiempo, hice uso del presente para disfrutar. Seguía teniendo hambre, pero era placentero estar ahí, jodido, solo.
La felicidad se reparte a todos por igual. Tómala o déjala.
Seguramente tienes una historia similar para contar, una en
la que te sentías muy abajo, pero misteriosamente encontraste la forma de
encontrar algo más.
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